Pregunta vía email 28/07/2024
Respuestas por el Padre Carlos Núñez – Sacerdote y profesor de Teología Dogmática en Monterrey, México
Efectivamente, ya desde el Antiguo Testamento Dios, prohíbe el adulterio. Si una mujer era sorprendida en adulterio, la ley de Moisés permitía la pena de muerte, y específicamente se le podía apedrear. También dice que Moisés permitió el divorcio en caso de adulterio, etc. Al mismo tiempo que el adulterio es un grave pecado, Dios lo puede perdonar, y lo perdonó de hecho muchas veces.
El caso de los pecados de David y Salomón, algunos más graves que el adulterio, fueron duramente castigados por Dios, como también se lee en la Biblia.
David fue adúltero, y la Biblia dice que esa acción desagradó a Dios (2 Samuel). Pero David hizo penitencia por su pecado, se arrepintió y Dios lo perdonó; sin embargo, vinieron efectos negativos de ese mal comportamiento. David fue un hombre pecador y también un hombre que se arrepintió y experimentó el perdón.
En el caso de Salomón, Dios le había dado el don de la sabiduría para guiar al pueblo, y llegó a decir que “el hombre que comete adulterio es un necio” (Proverbios), pero no pudo mantenerse irreprochable en la presencia de Dios y llegó a idolatrar dioses paganos por dejarse llevar por sus bajas pasiones con mujeres extranjeras. Salomón pasará a la historia como un hombre que no vivió lo que sabiamente había predicado. Y como consecuencia de sus desviaciones, Dios lo castigó dividiendo el reino.
Así como de David se puede decir que al final murió arrepentido y murió agradando a Dios, el caso de Salomón es diferente porque la Biblia no afirma ni niega que se haya arrepentido.
Dios los eligió como Reyes, y confió en ellos prometiéndoles su asistencia, pero no fueron capaces de mantenerse agradables a Dios todo el tiempo, y, por lo tanto, no estuvieron a la altura de lo que Dios les pedía. En última instancia, por el mal uso de su libertad delante de los planes divinos. Ya antes que ellos hubo un Rey, que también fue ungido como tal, Saúl, que desagradó al Señor.
La pregunta formulada es muy buena, porque nos empuja a una reflexión ulterior más profunda, para poder reflexionar sobre por qué Dios permitió que no hubiera ningún Rey en el Antiguo Testamento que se mantuviera totalmente fiel a los mandamientos divinos.