El versículo Romanos 6:23 es uno de los pasajes más citados y significativos de la Biblia, especialmente en el contexto de la doctrina de la salvación cristiana. Dice lo siguiente:
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
La Paga del Pecado
La primera parte del versículo, Porque la paga del pecado es muerte, resalta la seriedad del pecado en la vida humana. En términos bíblicos, el pecado no es simplemente una falta moral o un error; es una transgresión contra la ley y la santidad de Dios. Las Escrituras señalan que el resultado inevitable del pecado es la muerte. Esta muerte no solo se refiere a la muerte física, sino también a una separación eterna de Dios, lo que se conoce como muerte espiritual.
El concepto de pago sugiere una remuneración o consecuencia justa por las acciones cometidas. Aquí, la muerte es presentada como el salario que el pecado ha ganado. Desde una perspectiva teológica, esto subraya la justicia de Dios al recompensar cada acción con su adecuado resultado.
La Dádiva de Dios
La segunda parte del versículo transforma el tono del mensaje con el contraste: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. La palabra dádiva indica un regalo inmerecido, algo que se da por gracia y no por mérito. Mientras que la muerte es algo ganado y merecido debido al pecado, la vida eterna es presentada como un acto de gracia divina.
Este regalo de vida eterna no se puede ganar a través de las obras humanas o la perfección moral, sino que es otorgado gratuitamente por Dios a través de Jesucristo. En otras palabras, la vida eterna es accesible únicamente a través de la fe en Jesús, quien murió y resucitó para ofrecer salvación a todos los que creen en Él.
En Cristo Jesús
La frase en Cristo Jesús Señor nuestro es fundamental, pues señala la fuente de esta dádiva. Jesucristo es el mediador entre Dios y los hombres, y es a través de su sacrificio en la cruz que se ofrece el perdón de los pecados y la vida eterna. Jesús, siendo el Hijo de Dios, se convirtió en la propiciación por nuestros pecados, cumpliendo así las demandas de la justicia divina.
Al aceptar a Cristo como Señor y Salvador, los creyentes son reconciliados con Dios y reciben el don de la vida eterna. No se trata solo de una vida futura después de la muerte física, sino de una nueva calidad de vida que empieza aquí y ahora, transformada por la relación con Dios.
Reflexión Final
Romanos 6:23 encapsula el núcleo del Evangelio cristiano, contrastando la realidad del pecado con la abundancia de la gracia de Dios. Es un recordatorio poderoso de la seriedad del pecado, la justicia de Dios, y la extraordinaria oferta de salvación a través de Jesucristo. Para los creyentes, este versículo ofrece tanto una advertencia como una esperanza, animándolos a vivir en gratitud y obediencia a Dios, quien en su gran amor ha dado el regalo supremo de vida eterna.